martes, 29 de junio de 2010

Un día en el parque, entre cajas...

Ha sido una noche inolvidable
como todas las que pasan en un parque.
¿No serás tú? ¿No serás tú?
Quizás no importa el sitio y eso está de más.

Si de todos mis delirios y mis cuentos
sólo el tuyo ha mejorado el argumento,
¿no serás tú?, ¿no serás tú?
Quizás no importa el tema y eso está de más.
*



Y cargo cajas llenas de ansiedad, de miedos terribles que me acechan cada noche, de lágrimas que escondo para verter a solas, de la brutalidad de sentimientos puros y brillantes luchando contra paredes de acero, de tantas cosas que a veces el peso es imposible, me vence.


Pero ahí estás tú, tus manos, esas que me han acariciado hasta dormirme, esas que me han rodeado hasta sentir que el resto de cosas no importan, esas que me han reventado de placer, esas manos que agarro incluso cuando no están cerca, esas manos levantan las cajas negras de mis hombros, y me elevan después muy por encima, me envuelven en pañuelos de la seda más suave y me hacen surcar vientos lejanos, mares frescos y lagos tibios, me llevan a Cracovia, a Berlín y al pueblo más recóndito, me posan en las faldas del Monte Fuji, en los corales de Los Roques o en las finas arenas de las calas más apartadas.


Y si, suena a cuento, pero la realidad es demasiado difícil de ficcionar. Es real como sólo lo puede ser la vida, tan brutal como sólo sabe serlo la vida.




* Un día en el parque - Love of Lesbian

sábado, 26 de junio de 2010

Espera, larga, inmensa

Y te vas.


Y te espero.


Que pase ya, que pase ya, sólo pienso en los segundos que corren -despacio-, en los minutos que se restan a las horas que faltan.


La impaciencia me consume, la impotencia me golpea, la imaginación me derrumba.


Tú allí. No estás sola y a la vez te siento aquí, conmigo, que estoy solo. Cuanta incongruencia, los deseos de mi corazón vuelan a la par que los tuyos, lo sé, lo sabes, vuelan, volamos.


No cojo el hilo hoy, no escribo pensando, tormenta en el papel, en mi cabeza, en mis ojos.

miércoles, 23 de junio de 2010

Píntame

Mi sangre nace 
de pálpitos brutales,
se fusiona con el viento
más allá del infinito alcanzado
a tu lado,
ahí donde toda pieza encaja,
donde mi cuerpo ha descubierto un lecho
en el que fundirse cada noche.
Un lecho soñado,
pero posible
de verdad,
posible.

Ahora píntame,
pinta esta piel que tiembla a tus roces,
reviéntala a brochazos de pasión;
con el color de tus ojos
inúndame hasta desbordarme
más aun,
más que la última vez,
tan brutalmente que mis imágenes sean borrosas,
que se empañen con la agilidad de tus gemidos,
ensordéceme hasta el fin,
envuelve mi memoria con un velo
inmune al tiempo
que aborrezco,
maldito,
difumínalo con tus caricias
y deténlo cuando alcancemos el borde de la locura,
ese éxtasis que me enloquece(s),
hazlo infinito mi amor,
susúrrame que olvide al tiempo,
que te tengo,
que me tienes,
y que guarde el paraguas
pues no lloverá más,
vamos a sonreír al Sol,
agarrarnos la mano y correr
locos los dos,
embriagados por el todo,
por la vida,
nuestra vida.

jueves, 17 de junio de 2010

Cuentos (II) El abrazo

- Mamá, ¿existe El Abrazo?
- Si, claro hijo, existe el abrazo que te da tu padre por las mañanas, el que te doy yo por las noches, el de los yayos...
- Ya, mami, pero no digo esos abrazos.
- ¿Cuáles, entonces, hijo mío?
- Pues no sé, El Abrazo. Ese.


La madre suspira.


- ¿Y qué abrazo es ese?
- Es que... No sé explicarlo, mami.
- Ya... Y ¿por qué me lo preguntas?
- Porque he visto El Abrazo.
- ¿Cómo que has visto El Abrazo?
- Si, es verdad, lo he visto.
- ¿Dónde ha sido eso?
- No sé, en la calle, ayer por la noche, cuando venía con papi a casa.
- Y ¿quiénes eran?
- No sé.
- Y ¿se abrazaban?
- Si, era El Abrazo. 
- Pero, ¿por qué?
- Haces muchas preguntas, mamá. Pues porque nunca había visto a nadie Abrazarse así. 
- Pero... ¿Qué hacían? Quiero decir, ¿qué tenía de especial?
- Se abrazaban tan fuerte que parecía que se iban a romper, los dos tenían sus cabezas hundidas en el otro, y él susurraba cosas al oído de ella, con la voz un poco rota, como si se hubiera hecho pupa o algo.


La madre sonríe.


- Eso es bonito, hijo, viste un abrazo bonito.
- Si, era bonito, pero parecían tener pena.
- Bueno...
- Mami, a mí nunca me dan pena los abrazos.
- Pero porque tú eres pequeño.
- La chica del abrazo también era pequeña.
- Pero seguro que no tanto como tú.
- No, no tanto. 


- Pero, entonces ¿por qué tenían pena?
- Quizá se estaban despidiendo, a veces pasa. 
- Pero... Si se quieren tanto que se abrazan hasta casi romperse, ¿por qué se separan?
- Ahora eres tú el que haces muchas preguntas, cariño.
- Pero es que no lo entiendo.
- No sé hijo, quizá se despidieran para mucho tiempo.
- Pobrecitos, ella encajaba en el hueco de los brazos de él.
- ¿Te leo un cuento?
- Y él en los de ella...

lunes, 14 de junio de 2010

Jaulas y sueños

- Si quiero llamarte, ¿qué hago?
- Nada, ya lo sabes.
- Ya...
- Lo siento.
- No lo sientas.
- Si, si lo siento. Es... Tan complicado.
- Bueno, contactaré por telepatía.


Alivio.


- Y, ¿cuántos días tendré que estar aguantándome las ganas?
- No sé, no sé hasta el último momento...
- ¿Cuánto es eso?
- Toda la vida, a lo mejor.
- Pero eso es mucho tiempo.


Miedo.


- No puedo estar así, necesito... No sé el qué, pero algo más. 
- No puedo...
- Puedes, puedes. Es una impotencia brutal el andar con todo esto.
- No hay libertad.
- ¡Ninguna! Es una puta jaula, es... Es un sueño rodeado por una enorme pesadilla.
- ¿Un sueño?
- Si, M... Es un sueño, sino no estaría aquí ahora.


Dulzura.


- Es lo que no entiendo.
- ¿El qué?
- Que sigas aquí, que no corras. Hay mil motivos, ves esto, imagínate en unos años.
- Idiota... Me encanta, y me encantas.
- No lo sabía.
- ¿No te lo había dicho nunca?


Silencio.


- No.
- Necesito un abrazo.
- No puedo...
- Lo sé, pero también necesitaba decirlo.
- Te estoy jodiendo.
- Me estás haciendo feliz, y eso a veces jode, que es diferente.
- Estás cegado, estás ciego, ¡en serio! 
- ¿Qué diferencia hay? Lo que siento no es ficción.
- Lo que yo siento tampoco.
- ¿Y qué sientes?


Chispas.


- No dices nada.
- ¿Qué voy a decir?
- Lo que sientes.


Beso.
Abrazo.
Fusión.


- Nos están viendo todos.
- No me importa, ya no me importa...
- Deseaba oír eso hace meses, mi amor...
- Cállate.
- Eso también.


Beso.
Abrazo.
Despierto.


- Te echo tanto de menos esta noche, otra vez...

viernes, 11 de junio de 2010

Gritos en silencio (II)

Un día lo tienes todo,
y durante tres no tienes nada.
Tres inmensos días,
con tres noches
infinitas,
la eternidad te engulle
y te devora,
el mar que antes te recogía de sus brazos
ahora te golpea,
envía sus olas poderosas
y te hunde,
la luz se difumina
ante tus ojos llorosos,
y los susurros que antes lamían tu oído
se han borrado en la violencia
de los segundos que pasan,
míseros,
de uno en uno,
acuchillando ilusiones
y a la vez,
corriendo deprisa
porque sientes que se acaba tu tiempo,
que se esfuma la posibilidad;
esa que anoche veías real
y que hoy...
Hoy lo ves todo mentira,
hoy padeces la traición
de los sentimientos
más puros,
las verdades se demuestran falsas,
los actos no acompañan las miradas,
las bocas,
ahora están solas.
Cuestión de matices,
vida normal aparentas,
y así,
con normalidad,
consigues normalidad,
nada más.
Las palabras más bonitas has dejado,
pero hoy tampoco dormirás aquí,
no besarás al amanecer
ni reirás abrazada a este cuerpo
deseoso,
de ti,
lo harás en otro lado,
y eso hiere,
mata lentamente a un corazón,
el saberte en otra cama,
en otra boca,
en otro cuerpo.


Y yo,
cansado de hablar en segunda persona,
me retrotraigo en mi interior,
cierro puertas y ventanas,
yo,
aguardo que salga el Sol de nuevo,
absorbo mis lágrimas en silencio,
en el silencio de mis gritos
y en el recuerdo de tus besos.

domingo, 6 de junio de 2010

Revoltijo de pensamientos...

Robando besos al tiempo,
abrazándome a posibilidades remotas,
posibles,
esperanzadoras.
En tus manos está,
esas manos que acaricio con mi rostro,
que con mi pelo juego en ellas,
que las agarro,
cierro los ojos y vuelo
lejos,
tan lejos que no tenga que mirar a los lados,
tanto que deje de robar tus besos al tiempo,
tanto que el tiempo deje de robarme tus besos.

Doy un paso adelante,
confieso,
lo que jamás debí decir,
palabras vedadas,
tabú
(como nosotros).
¿Cómo explicar lo que mueve un corazón?
Esa mecánica
que me explicaste con literatura,
un cuco que va y viene,
canturrea en los pechos
e impregna la mente de sensaciones,
deseos prohibidos,
todo eso y mucho más:
imanes que unen miradas,
ojos que se enredan fugaces,
bocas que se besan eléctricas,
pieles que...
¿Cómo explicar tu piel?

Tu piel me ha robado al sentido común;
la he tenido conmigo,
y ahora es un mero sueño,
un deseo infinito,
que me azuza cada día,
brutal,
me posee el deseo,
tu piel...
Tiemblo por tenerla,
tiemblo hasta el tuétano,
tiemblo como aquel día,
aquel día...
¿Cómo explicar lo que nos unió aquel día?
Cócteles, tabaco de liar, calle La Palma,
¿algo así, quizá?

Los recuerdos surgen revoltosos,
mi cabeza es un vendaval,
escribo ahora sobre mil cosas,
diferentes,
pero iguales a la vez,
tú lo sabes,
tú me entiendes,
cada palabra es para ti,
y tiemblo
-otra vez-,
pero no tengo miedo a nada,
porque nada me importa,
y recalco que,
sobretodo,
nadie me importa,
ya lo sabes,
ya me entiendes.

Quiero gritar
hasta que me rompa la garganta.

jueves, 3 de junio de 2010

Con la fuerza que me dan tus ojos

Molinos de viento frente a mí,
y desarmado yo,
lucho,
lucho
con la fuerza que me dan tus ojos;
la rabia me enloquece,
y embisto
muros invisibles;
golpeo los barrotes que me rodean,
irrompibles,
y lucho,
impotente,
desquiciado,
decepcionado;
pero lucho,
contra nada,
una nada que crece ante mi,
poderosa,
y yo contra ella
lucho,
lucho
con la fuerza que me dan tus ojos,
asesto golpes inservibles,
¿me ves?,
siento que me rompo,
pero mis últimas gotas de sangre
caerán,
frente a ese muro invisible,
porque no tengo toalla que tirar,
lucho
porque quiero luchar,
lucho
con la fuerza que me dan tus ojos;
insistiré,
en este combate
donde la victoria no me espera,
pero yo la busco,
la buscaré,
mientras tanto
lucho,
lucho
con la fuerza que me dan tus ojos.

miércoles, 2 de junio de 2010

Creo que voy a empezar a romperme...

Si pudiera transformar nuestras noches
en un ciclo sin final.


Podría ser tan fácil, sería espectacular,
si fueran reversibles aquellas noches de incendio.