Despertando a cada latido,
observando que seguías allí con tu mirada oculta en los sueños,
mientras los míos estaban delante de mis ojos.
Tu pecho desnudo subiendo,
bajando;
mi mano agarrando la tuya,
recorriendo tu brazo inerte y mi boca bebiendo de tu pelo revuelto,
el fragor de la batalla tan solo ya humeando,
pero mis entrañas incendiadas
y yo embebido de ese fuego,
mirando,
contemplando en la penumbra tus rescoldos:
los labios finos, rosados, saciados;
las manos blancas, largas, desgastadas;
los pechos escuetos, serenos, besados.
Tu corazón marcando el paso,
tu cabeza desentendida entregada al sueño
y tu sexo recuperándolo.
Y yo perdido en ti.
sentimientos bellísimos...
ResponderEliminarYo ya no los recuerdo...
Besos.
¡Qué bueno perderse de ésa manera!
ResponderEliminarqué bien perderse, a veces...
ResponderEliminarMua!
(por cierto, sólo en verano te gustan las almendras? a mi me enganchan los anacardos)
cada dia me sorprende mas entrar por aqui , escribes sublime.
ResponderEliminarPreciosa forma de describir un momento
el fragor de la batalla, una rendición premeditada... efectos colaterales...
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