sábado, 28 de febrero de 2009

Tres Colores (Azul, Blanco y Rojo) de Krzysztof Kieslowski

Azul, blanco y rojo: los tres colores de la bandera francesa. Representan la libertad, la igualdad y la fraternidad. Tres valores que Kieslowski utilizó para realizar una de las mejores trilogías cinematográficas que se puedan ver.

Azul, Blanco y Rojo, las tres películas que en 1992, 1993 y 1994 pusieron al director polaco en la vanguardia del cine europeo contemporáneo, situándole donde ya merecía estar tras su Decálogo (10 episodios de una serie sobre los Diez Mandamientos) y otras obras como No Matarás o La doble vida de Verónica. Se valió, además, de tres parejas de actores que rindieron al mejor nivel de sus carreras: Juliette Binoche y Benoît Regent en Azul, Zbigniew Zamachowski y Julie Delpy en Blanco y Jean-Louis Trintignant con Irène Jacob en Rojo. Y como no mencionarlo, una música memorable compuesta por Zbigniew Preisner, que saltó a la fama con estas bandas sonoras que son de lo mejor que se ha escuchado en el cine europeo también (lo que suena en el blog es el tema principal de Azul).

Azul es un bello y lento film, un poema -cinematográfico- recitado por una bellísima Juliette Binoche, que pone rostro, carácter y fuerza a un personaje que acaba de perder a su familia y rompe con lo que le queda de su vida anterior, para liberarse de todas las ataduras y empezar de nuevo. Con una técnica finísima, y unos planos siempre buenos, Kieslowski nos desgrana el dolor y las sensaciones del personaje de una manera triste y la vez esperanzadora, todo ello unido a una fotografía y un manejo de los colores y la luz brutal, donde el azul lo inunda todo y donde los silencios dominan un clima plagado de detalles, intimista, donde la percepción debe agudizarse para encontrar todo lo que la película nos ofrece.

Blanco es la más suave y fácil de ver, ya que es la más "cómica" de las tres, si es que por cómico se puede entender el humor negro y casi cruel que destila. Tiene varios puntos de enlace con Azul, bastante bien engarzados por cierto, y representa el blanco de la igualdad, aunque en este caso un blanco negro, ya que habla de la igualdad mal entendida, de la igualdad para ejercer el mal sobre el otro. Un curioso personaje impotente que enamorado de su mujer, esta le abandona por sus problemas, y él ha de volver a su país natal para renacer, a la vez que prepara un maquiavélico plan de venganza. Filmada con una sobriedad y una capacidad técnica envidiable, contiene escenas para recordar, pero es la más flojita de las tres, aunque aun así es digna de ver.

Rojo, un final de trilogía gigante, a un nivel que ralla a una altura inalcanzable, de las mejores películas europeas de los 90. Fue el testamento que nos dejó Kieslowski, fallecido poco tiempo después, en el clímax de su carrera, en el punto máximo de la profesión. Una joven estudiante y modelo atropella al perro de un juez jubilado un tanto peculiar, a partir de ahí se crea una relación aun más peculiar si cabe. Pequeños detalles que se dejan inacabados en las otras dos entregas, se cierran en este magnífico colofón (esa ancianita que recicla... ¡Dios!), se incorporan en ligeras dosis a los personajes de las otras dos películas, un toque de esperanza, una pincelada de ilusión para la vida. El rojo impregna carteles publicitarios, ropas y bares en esta entrega purificadora, con unos personajes que hacen que te enamores de ellos, con una sensibilidad en cada frase que pronuncian que te obligan a escucharles atontado, con un final que te hará sonreír con lágrimas en los ojos.

Gracias Krzysztof Kieslowski, por dejar esta herencia.

viernes, 27 de febrero de 2009

Huracán

No sé si es tormenta o si mi manera de ver las cosas en el duermevela en que paso las noches me engaña. Oigo el agua caer constante sobre el tejado, los truenos resonar en el cielo encapotado y el viento golpeando las ventanas. O eso creo. Mi realidad nocturna es tan voluble como una esponja y aunque siempre he temido noches como esta, poco me importan ahora mismo todos los relámpagos que puedan caer y todo el vendaval que pueda arreciar.

Ya no está y eso es peor que cualquier huracán que venga.

Flota en el ambiente una mezcla de humo y desazón, lo respiro silencioso, mientras me dejo llevar por el paso de los minutos. Mente en blanco, hay que dejarlo correr. Pero, ¿qué coño? Si realmente lo dejara correr saldría de aquí, de esta cama que me devora hasta los tuétanos, estaría observando por la ventana aterrado los destellos del cielo y rezando para que terminasen pronto. Pero me consumo postrado entre mantas y adormecido por el sopor. El sopor que me tomo en pequeñas cápsulas.

Ya no está y deseo que el huracán se lo lleve todo.

Después de la tormenta siempre llega la calma, y ahora el silencio se apodera de la noche. Huele a mojado, a húmedo. Un poco más, sólo un rato más y nada hubiera soportado la fuerza de la naturaleza. Un poco más y todo habría acabado. Sufrimiento, sopor, insomnio, dolor. Se lo hubiera llevado el viento y lo hubiera empapado la lluvia, dejándolo inservible, humillado, dándome una oportunidad. Pero ha parado, y el sopor se evapora por momentos, vuelve el dolor, con él el llanto, y con el llanto me atrinchero aun más debajo de las tres mantas, y entonces vuelvo a tomar las cápsulas que me llevan al sopor.

Vuelve, huracán, ya no estás tú tampoco.

martes, 24 de febrero de 2009

Duendes por aquí...

Desde El Mundo Según Kassiopea, y de manos de Kassiopea en persona, recibo sorprendido y agradecido el Premio "Blog con duende". Según leo en su blog "para aquellos blogs que tienen algo especial, que tienen duende. No sólo es para el blog sino también para la persona que ha creado dicho blog".

Me voy a saltar las reglas que dicen que debería entregarlo a 10 blogs, para simplemente nombrar a aquellos blogs, y sobretodo a esas personas que están detrás, que hacen que me den ganas de seguir escribiendo aquí, de seguir tropezando, que leo y me da gusto hacerlo, que me río, que me llegan dentro, a los que cuentan su vida de una manera inigualable, a los que cuentan historias, curiosidades, poesías, a todos los que me hacen disfrutar visitándoles.

No están todos los que son, pero si todos los que están (ese Ansón viejoverdoso), es más una pequeña recopilación de parte de lo que visito a diario, y ahí están:

Belalugosi, con su Western Eyes, como no, fue el que me hizo lanzarme a mi segunda etapa como bloguero, esta mucho más agradable que la primera. Además, no tiene igual el tío escribiendo. Es un genio, y en persona gana aun más.

The Killer, con Cultura Zoológica, donde desgrana como nadie música, asuntos sociológicos y psicológicos (para algo estudia) y multitud de temas más. Es mi mejor amigo pero siendo objetivo, escribe a sabiendas de lo que hace. Acaba de empezar y yo también publico algo en el blog, pero vamos, es todo suyo.

Vanity, con su Pura Vanidad - Vanity Dust, ¿qué decir de este tío? En fin, creo que mejor leerle. Varios posts, si puede ser, sus registros son ilimitados, cada día me sorprende un poco más. Atarle en corto.

Maloles, con Desangrando atardeceres, la que más me hace reír y luego es capaz de dejarte seco con sus historias, con su manera de escribir alegre y a la vez lúgubre cuando quiere. Maneja las palabras a su antojo, y aunque se agobie, siempre da la sensación de ilusión con las cosas. Su blog lo definiría así, ilusión.

Lene, con Caleidoscopio, quizá el más intimista y diría especial, mágico, luminoso, de todos. Sus historias con imágenes, su mirada diferente, esa manera de ver las cosas y de recogerlas en su cámara, sus pocas pero suficientes palabras. Imprescindible.

FAG, y su FAG, el tío más majo de Baleares junto con Rafa Nadal. Un crack, poesía cotidiana, llena de sentimiento. Siempre su cigarro, su Vanity y su inconfundible estilo. Hay que leerle si o si.

Solindonga con su Ebria y Perturbada, un torrente de energía, independizada ladrona de macetas de viejas, otra con la que me río una jartá, y de la que disfruto viendo las fotos de sus incontables fiestas con su amigo Sefo.

Seguiría añadiendo pero al final nadie va a leer nada de largo que podría ser, pero no me olvido de Entre dimes y diretes, Champagne Supernova, MALEGRIA, LatitadeAlmendras, Carece de Sentido, La calle del olvido...

Un beso para ellas y un abrazo para ellos.

Salud!

domingo, 22 de febrero de 2009

Muerte indigna

Hablaba yo el otro día sobre la muerte digna, y hoy, leyendo el periódico, leo que hay una joven británica, que concursó hace algunos años en Gran Hermano y fue bastante polémica, a parte de grosera y hortera, según leo. Se convirtió en toda una celebridad en Inglaterra, y fue pasto de la prensa rosa, que la devoró como suele hacer, con alevosía y dejando apenas unas migajas. A lo que iba, leo que ahora, esta mujer de 27 años, Jade Goody se llama, padece un cáncer terminal que acabará con su vida en poco tiempo, y para evitar penurias para sus hijos en un futuro, ha decidido vender su muerte.

Y cuando digo muerte, no digo su historia: un par de exclusivas, alguna entrevista de dudoso gusto en un Salsa Rosa a lo británico, y así ingresar algunas libras, nada de eso. Digo vender su muerte, y es literal. Ha decidido que por 1 millón de libras, contará y desgranará todos los detalles de la agonía que le provocará su enfermedad, además de mostrar de cara al público su estado terminal, en sus últimos días y hasta el último momento.

El problema no es ella, no voy a juzgar a alguien que está al borde de la muerte por las decisiones que tome, no soy capaz de hacerlo. Pero por favor, esa prensa, esas revistas o televisiones que van a colaborar para que esta vergüenza para la humanidad, para cualquier sociedad civilizada, para cualquier ser humano con dos dedos de frente, se lleve a cabo, ¿en qué piensan? Supongo que en los grandes beneficios que obtendrán, en la cantidad de audiencia, que como gilipollas inhumanos, seguro conseguirán, pero, ¿esa gente podrá dormir tranquila por las noches?

Es una muestra de la grandiosa decadencia que estamos viviendo en las sociedades de occidente, de la pérdida de valores y de principios básicos, alcanzando unas cotas de frivolidad con temas que son absolutamente serios y con los que se juegan a diario. Este caso es uno más, quizá el más exagerado de esta indigna espiral, pero el sangrante caso del profesor Neira, que defendió a una mujer maltratada ante su verdugo, y la cual, luego fue de plató en plató contando sus miserias, mientras Neira luchaba contra la muerte, o tantos casos que en cada Diario de suputamadre, en La Noria o en programuchos de esta calaña cada día se burlan de cualquier atisbo de civilización, son verdaderamente vergonzantes.

¿Dónde llegará esta carrera hacia la inmundicia mediática? Yo no quiero verlo, de verdad.

jueves, 19 de febrero de 2009

Sin nombre (y VIII)

En capítulos anteriores...
I, II, III, IV, V, (VI) y (VII)

Vuelvo a verlo.

El único lugar donde me he sentido persona alguna vez, donde he sido uno más, que reía o lloraba, que quería y era querido, allí donde me peleaba pero donde me divertía. Hace tanto de eso que ni me acuerdo. Tengo ganas de llorar, de llorar hasta que me seque por dentro, hasta que mi corazón no aguante más las lágrimas y explote, hasta que mi sufrimiento vea su fin. Pero no puedo hacerlo, no puedo irme sin más, no me se rendir de esa manera. Tampoco me atrevo.

Esa casa, esa puerta, esas ventanas... Conozco cada astilla, cada recoveco. Yo mismo pinté las paredes en varias ocasiones, y cambié las cortinas, y arreglé el grifo de la cocina cuando se taponó y casi se inunda todo. He dormido en esa cama tantas noches, he vivido tantas tormentas asomado a la ventana, tantos días de Sol dejando pasar el aire dentro. Hace tanto, realmente, que ya ni me acuerdo.

Si sigo pensando en todo esto voy a reventar. Noto un leve mareo, pero no reparo demasiado en ello. Doy los pocos pasos que me separan de la puerta, y me detengo cuando la tengo al alcance. Me tiemblan las piernas, me sudan las manos, tengo cada pelo de mi cuerpo erizado en este instante. El reloj se para y ni siquiera se respirar.

Toco la puerta dos veces. Toc. Toc.

No sé que hago en este mismo instante, no sé si estoy aquí o me he ido ya. No soy dueño de mi ser, lo he perdido, se me ha escapado. Oigo un repicar en la puerta: la mirilla. Atisbo un mínimo rayo de luz hasta que su ojo impide que siga atravesando el agujerito.

Silencio absoluto.

Oigo un pequeño repicar de nuevo al otro lado de la puerta. Siento una presencia contra la puerta. Noto los pensamientos, los sentimientos que afloran. Quizá, lágrimas también.

Nada.

Recupero mi ser, aunque tan solo una pequeña parte, la justa para entender. Me doy la vuelta, me alejo. Me alejo para no volver nunca más. Me difumino en el horizonte.

Adiós.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Roce

Un roce,
explosión.
Causa-efecto
al cuadrado.
Contigo
siempre es
así,
sin más;
no hay vez
que exista
y no surja,
que leve sea
y no acelere.
Nada
de fuegos de artificio,
balas,
reales,
que atraviesan
corazones
cuales
hojas
de papel.
Aun resuena
el eco
de aquella
vez,
primera vez,
que explotó
y las siguientes
que se suman,
una
tras otra;
ensordecen
y enmudecen,
porque palabras
ahora
sólo arruinan
momentos
como este
y acallan
sonidos
mejores.

martes, 17 de febrero de 2009

Solo en casa


Cual Macaulikulkin.

Mis padres están fuera, mi hermano trabajando, y estoy de rodríguez, solito, tranquilo, con toda la casa para mi, y la verdad, que agusto que se está... Que sensación de libertad, de poder hacer lo que me plazca en todo momento. No he hecho la cama esta mañana, pero no está mamá para decírmelo; anoche me acosté a la hora que me apeteció viendo Los Soprano, pero no está papá para decirme que me acueste ya que mañana madrugo; como en mi cuarto mientras escribo este post, pero no está mamá para decirme que fuera de la cocina no se come...

Vale, tengo 21 años y soy el pequeño, quizá es normal que mis padres a veces se pongan como se ponen conmigo porque soy el pequeño, y me intenten proteger más de lo normal, pero a veces estos respiros sientan de maravilla, jajaja. No me puedo quejar de nada realmente, porque como en casa -al menos en mi caso- estoy de puta madre, la verdad. Pero es cierto, que a veces, echo de menos mayor independencia, supongo que a todos con esta edad nos pasa, es un poco la frontera entre la adolescencia que se deja atrás por fin, y esa madurez que empieza a llegar poco a poco.

Me alegro de sentir esa independencia y esa necesidad a veces de estar solo, de convivir contigo mismo, de no existir más que en tu propia casa sin más ruido que el teclear de las teclas que tú provocas, la película que estás viendo, o tu tararear una canción. Quizá se me haya anticipado ese deseo de salir de casa, de abandonar el nido a pesar de lo bien que se está en él, de convertirme en lo que a veces se deja para demasiado adelante. También es probable que me esté anticipando y simplemente esté feliz de pasar un par de días con la casa para mi, pero que no aguantara o no llevara bien el tener mi propia casa -o cuchitril, que no está la cosa para más-, pero la verdad que me tienta mucho esa primera opción.

En ese sentido, envidio a belalugosi, que cuando le apeteció, ahí está, en Granada. Con dos huevos. Por cierto, prometí ir a verle...

lunes, 16 de febrero de 2009

El Sol apaga la crisis

¿Quién dijo crisis?

Eso debieron de pensar las miles de personas que ayer por la mañana acudieron al rastro de Madrid, para después trasladarse a La Latina a comer y a beber como si llevaran sin hacerlo desde que la crisis dijo que aquí estaba, porque lo que los pobres camareros que allí sudamos la gota gorda para poder sacar adelante el trabajo sufrimos, nadie lo sabe...

Parece que fue ver el Sol y la gente olvidar el paro, la crisis, y toda clase de problemas, porque yo sólo atendía clientes que se reían, que reclamaban otra ronda, que pedían más comida, que no dejaban de entrar aunque vieran que no había sitio, que los que encontraban una mesa quedaran escondidos entre las decenas de personas que bebían de pie, que nosotros, pobres camareros, no pudiéramos ni pasar a las mesas del fondo o a las pobres cocineras, que se les acumulaban las notas en la pizarra, y no daban a basto.

Después de un inicio de año flojito, la verdad que este fin de semana los dueños de los locales de La Latina se han debido de frotar las manos pero bien, comprobando las ganas de marcha que tiene la gente en cuanto el invierno ha dado una mínima tregua... No sé la caja que se pudo hacer ayer, pero debió ser cojonuda, a nosotros eso si, nadie nos sube el sueldo, que le vamos a hacer.

No podemos beber ni comer ni pasarlo bien como el 98% de los que están por el céntrico barrio, y encima currando como bestias. Encima, ¡rompí mi primer vaso! Aunque bueno, después de 4 meses allí, no está mal... jajaja.

En fin, que me tenía que desahogar, que acabé muuuuy cansado, para encima luego ir a ver al Atleti al estadio y ver otro espectáculo de circo más, pero eso es otra historia...

sábado, 14 de febrero de 2009

Teoría del amor

Aviso que no es original y que alguno también piensa esto, no soy tan listo.

Todos follamos, nadie hace el amor.

Así es, en pocas palabras. Creo, sinceramente, que quien diga lo contrario, miente. Descaradamente, con alevosía y mucha jeta.

Follar suena mal, correcto. Hacer el amor suena bien, es bonito, como en las pelis de Hugh Grant y que son exitazos de taquilla, pero la vida real no son pelis de Hugh Grant (menos mal) y es más... ¿Cómo decirlo? Es más sucia, más asalvajada, más mejor.

Siendo breve y conciso, si pudiéramos hacer el amor, no se sudaría, no se harían ruidos guturales ni se cansaría nadie, no se desharía la cama, no olería la habitación después, no nos dejaríamos llevar por pasiones casi irracionales y por comportamientos más propios de los animales, tampoco dolería a veces, y además todo el mundo querría verlo para halagar la belleza y el amor que una persona traspasa a la otra, y esta otra a la una.

¡Pero seamos sinceros! Se suda, se hacen ruidos y se jadea, nos cansamos, la cama acaba como si hubiera pasado una manada de ñus a toda prisa, huele a sexo entre esas cuatro paredes, nos desbordan los impulsos más básicos, puede llegar a doler, y la verdad, nadie (o pocos) quiere ver como una persona traspasa fluidos a la otra y la otra a la una.

¿Es así, o no?

Ale, a pasar buen San Valentín folladores.

jueves, 12 de febrero de 2009

A tres bandas (I)

Ginés no firmó la carta, y sin releerla, la dobló y la introdujo en el sobre, por el que pasó su lengua para que quedara cerrado. La dejó encima de su mesa y se echó hacia atrás en su sillón de cuero negro, que le servía como perfecto lugar para siestas improvisadas. Cerró los ojos un momento, pero estaba nervioso, y no aguanto mucho tiempo sentado.

Caminó por la oficina vacía, silbando una melodía inventada, acariciando con la yema de los dedos cada milímetro del sobre, mirando cada mesa de trabajo, que a esas horas nadie ocupaba ya. Llegó al punto opuesto de su despacho, y en esa mesa depositó, dejándola bien visible, la carta que tan cuidadosamente había escrito, que no había firmado, y que había doblado perfectamente e introducido en el sobre. "Así aprenderás a no entrometerte en las relaciones de tu jefe, chaval" se dijo a si mismo. Por un instante se detuvo junto a la mesa, con la mirada perdida, dudó.

Sólo tuvo que acordarse de lo que su hermosa secretaria le había dicho aquella misma tarde, para eliminar todo atisbo de duda. "Tú no has dejado a tu mujer se atrevió a soltarme la muy... Maldita sea, no sé que me está pasando, pero no puedo permitirlo, no puedo, no" se decía a si mismo constantemente, aquella joven le volvía loco, nunca nadie le había entregado tanto su cuerpo y su alma como aquella muchacha que ahora le traicionaba. Negaba con la cabeza, "no he tolerado que nadie juegue con mis putitas jamás, y con ella... ¡Jamás!" golpeó con los nudillos el sobre donde le había puesto las cosas muy claras a su joven empleado. Y se marchó airado de la oficina.


Continuará...

miércoles, 11 de febrero de 2009

Pilas

-Cariño, ve a comprar pilas que no me funciona la radio.
-Ahora mismo, beibi, termino de fregar los cacharros y voy.
-Date prisa, porfa, va a empezar el programa.
-Bueeeeno, luego termino cosita.
-Mejor.

Cierro la puerta y salgo corriendo escaleras abajo. Siempre es igual, no se entera de nada, se cree que estoy para servirla y lo que se le antoje debe ser una obligación para mi concedérselo. Pero ahora, la tortilla ha sido volteada y yo me encargo de que ella crea que maneja la situación, y me maneja a mi, pero no.

En la calle llueve, bastante además. Es una lluvia punzante, fría, pero sólo tengo que avanzar cien metros y cruzar la calle. Ahí está la tienda, me mojo lo menos posible y entro corriendo. Cierro la puerta y dejo el cierre medio bajado.

-Has tardado mucho.
-Es la misma hora de siempre.

Un beso cojonudo, como siempre. Su lengua es fina pero agresiva, pasional. Me lleva a la trastienda rápidamente y en quince minutos disfruto más que en todo el día. Me hace sentir especial, y yo se lo hago sentir también. Es mutuo, como todo debiera ser en una relación entre dos personas, y eso hace feliz a cualquiera. Otro beso fugaz, pero este más acelerado y satisfecho, preceden mi salida corriendo de la tienda.

-Amorcito, llueve mucho, cojo el paraguas.
-¿Pero no has comprado las pilas?
-Esperé un poquito en el portal, a ver si paraba, pero llueve a mares.
-Date prisa joe, que ya habrá empezado.
-No te haré esperar beibi.

Mientras caminaba -esta vez, si- con el paraguas, me metí la mano en el bolsillo, relajado, feliz. Y palpé las dos pilas que había comprado anoche, que estarían casi enteras, tan solo gastadas por ese par de horas de radio, y luego sustituidas por las que compré hace ya muchos meses, en la misma tienda a la que ahora volvía a entrar.

-¿Te quedan pilas?

Risas.

martes, 10 de febrero de 2009

Muerte digna

Yo también quiero una muerte digna. Y supongo que todos.

Y para cada uno, esa muerte digna significará una cosa. Para alguien de fuertes creencias religiosas, esa muerte debe ser cuando Dios de orden, para quien no tenga esas convicciones, la muerte debe ser un derecho más, una elección. Respeto a cada individuo lo que quiera hacer tanto con su vida como con su muerte, es lícito lo uno y lo otro. Cada uno debe poder decidir sobre si mismo, sobre su propio final.

El problema llega cuando otros quieren decidir por ti. Cuando quienes ni siquiera te conocen, debaten sobre si tu familia está en el legítimo derecho de respetar la última voluntad que decidiste libremente, cuando quienes sólo buscan votos en nombre de Dios, se intentan sacar leyes de la manga, para que sea ese Dios, quien decida cuando el pitido de la máquina que te mantiene conectado a una vida artificial sea infinito y no parpadee constante, año tras año. Ahí está el problema, cuando quienes piden libertades y exigen derechos para sus creencias y para sus ideales, niegan esos mismos derechos y esas mismas libertades a quienes tienen diferentes maneras de pensar y de concebir la vida y la muerte.

Si yo quisiera entregar mi vida a ese Dios, y que él decidiera cuando llevarme, espero que mi decisión sea respetada. ¿Por qué si decido no entregar mi vida a nadie, y ser yo dueño de ella hasta el final, puede que no sea respetado?

Que se vayan al carajo de una vez, o con su Dios, pero que nos dejen en paz a los demás, por favor.

lunes, 9 de febrero de 2009

Más de mil cámaras velan por nuestra seguridad

Orwell se dio cuenta pronto, y lo dejó claro en su libro 1984. La era del control se ciñe sobre todos nosotros y cada vez más deprisa y a pasos más agigantados. Ese Gran Ojo que todo lo ve, ese Gran Hermano que nos mira, ese Show de Truman al que nos vemos abocados es cada vez más cercano y se nos viene encima.

Ese Gran Hermano mundial en el que se ha convertido occidente, esas más de mil (a saber realmente cuantas son, que miedo me da) cámaras que velan por nuestra seguridad, pero a parte de eso que es obvio, muchos más mecanismos de control se ejercen sobre nosotros sin que nos demos la menor cuenta, tarjetas de crédito, el maldito mensaje de móvil "ya esta disponible", pero coño, ¿quién me ha preguntado si quiero estar disponible? Apago el móvil, lo enciendo, y ¿resulta que ya estoy disponible para todo el mundo? Es una pequeñez, no lo dudo, pero por ahí vamos ejerciendo el control unos sobre otros, que es lo peor que podemos hacer, porque ya no sólo nos controlan, sino que nosotros colaboramos controlando a los que tenemos cerca, y la espiral se agranda.

Google, con su Latitude -que permite localizar a cualquier contacto de tu móvil con tecnología GPS y WiFi- se está convirtiendo en otro engranaje más de esa enorme rueda de vigilancia mundial, con sus aplicaciones que violan tácitamente la intimidad de los ciudadanos, como esta que he mencionado, que si bien, para que yo pueda localizar a un contacto, este contacto debe aceptar ser localizado, nadie nos dice que mientras tanto, todos estamos localizados y controlados en nuestros movimientos por "algo" o "alguien", sin que demos nuestro permiso. Total, ¿cómo nos vamos a enterar? Si ese GPS o WiFi está incorporado en nuestro teléfono, pueden perfectamente registrar a donde vamos sin que jamás tengamos que saberlo.

Miles de excusas son válidas con tal de que cada movimiento que realicemos, cada paso que demos a un lado o a otro, quede grabado en una base de datos a la que ni siquiera sabemos quien tiene acceso y en qué condiciones, violando por lo tanto la intimidad a la que debiéramos tener derecho de una forma inalienable. Velan por nuestra seguridad, es para evitar males mayores, es una manera de proteger a los ciudadanos... Dicen. Me cago en vuestra puta madre, digo.

viernes, 6 de febrero de 2009

Sin nombre (VII)

En capítulos anteriores...
I, II, III, IV, V y (VI)

El Sol de la mañana se empieza a entrometer entre yo y mi sueño, con un fulgor que no recuerdo apunta a mis ojos cerrados, legañosos, cansados. Me doy la vuelta costosamente, los bancos de la calle son especialmente estrechos, nunca lo había pensado hasta ahora, pero lo son, y mucho. Apenas llevo aquí tres jodidas horas, y ya amanece, ya no puedo seguir durmiendo hasta la tarde, dejando pasar horas inútiles para mi desde hace muchos años. No tengo claro a donde dirigirme ahora, nunca había pasado la noche a la intemperie, ni siquiera había pensado que pudiera hacerlo, pero la vida es así de puta conmigo.

Me incorporo pesadamente, me siento agarrotado por el frío y mi espalda cruje dolorida, nunca había tenido en tan buena estima a mi ya antiguo colchón hasta este mismo momento, que lo echaba de menos como a un padre. El cielo está raso, ni una nube ensucia el panorama anaranjado que deja el alba, no me puedo creer estar aquí ahora mismo. Me subo la cochambrosa manta y me tapo la cara, echo hacia atrás el cuello...

Abro los ojos, no sé cuanto más he dormitado, dos o tres horas quizá, y para mal, porque me duele el cuerpo más que nunca en mi vida, me siento descompuesto, sollozo, no me salen lágrimas. Algo blando golpea mi pierna, y asomo la cabeza rápidamente, temeroso. Veo un niño de unos 6 o 7 años correr hacia mi, pero se detiene a un par de metros, me mira muy atento. Le miro, no entiendo. Señala mis pies.

-Señor, ¿me puede dar el balón? Por favor.

Me encojo hacia delante -con todo el crujir de mi tronco acompañándome- siguiendo el camino del pequeño dedo y veo un balón de color rojo a mis pies. El objeto blando, vaya. Recuerdo que yo tenía uno parecido cuando era de la edad del chaval que tenía delante, pensé entonces en mi hermano, con el que cada mañana de verano salía a darle patadas a la pelota junto con los vecinos, y pienso en mi padre, que nos miraba desde la ventana, sonriente, animoso. Recuerdo a mi madre, cuando llegaba hasta las orejas de polvo o de barro, regañarme y hacerme dar un baño. Recuerdo...

-Señor, es mi pelota.

Levanto bruscamente la mirada, lo que provoca que mi cuello se queje. Intento sonreír al muchacho, aunque sólo me sale una mueca.

-Claro.

La agarro, y se la pongo al alcance de las manos. El niño desconfía un poco, pero enseguida estira sus bracitos y coge el balón. Se da la vuelta y sale corriendo de nuevo, le miro, y me veo en él.

jueves, 5 de febrero de 2009

Cine Doré

Tenía ganas de conocer el Cine Doré, donde la Filmoteca Española exhibe su programación cinematográfica. He pasado cientos de veces por la puerta, he mirado su programa muchas veces y he querido ir a ver sus películas en no pocas ocasiones, pero siempre me daba pereza desplazarme desde casa exclusivamente para ello, y además solo.

Ayer fui, y la verdad, entrar en la sala 1, es entrar en un cine de hace mucho tiempo. Es una maravilla, restaurado como está, con sus palcos, su patio de butacas rojas, su telón que se abre antes de que empiece la proyección, su peculiar olor a antiguo... Desde luego es imposible abstraerse de lo que a uno rodea, de la de historias que han surcado sus pantallas, de todo lo que allí se ha visto y vivido. Seguro es, de todo Madrid, el cine donde menos palomitas se comen, y por suerte, también es de los menos ruidosos. Además, su irrisorio precio de 2,50€ invita a pasarse más de una vez. También hay bonos de sesiones que lo hacen aun más barato.

Los ciclos que exhiben cada mes son de mucha calidad, a parte que también programan cortometrajes, películas clásicas, cine de muchísimos países y culturas diferentes... Ahora, por ejemplo están recordando a Rafael Azcona, Sidney Pollack, Dino Risi, Eva Dählbeck, Heath Ledger, Pedro Masó o Alain Robbe Grillet, entre una decena más, y se están preparando para marzo ciclos de Alain Cavalier, Fritz Lang o Sally Potter. Una oferta amplia y que intentaré aprovechar superando mi pereza...

Por cierto, vi La Pasión de Juana de Arco, de C. T. Dreyer, una monumental obra maestra -a la par que pelín aburrida- de la cinematografía muda, técnicamente impecable, y con una actriz principal que sobrecoge en su místico papel. Cine puro que nos dejó Dreyer, espeso y profundo, nada divertido, pero rico en matices, significados y de una calidad cinematográfica brutal.

En fin, que para los amantes del séptimo arte, el Cine Doré debe ser uno de los lugares de referencia en Madrid.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Prisa por llegar

Prisa por llegar,
ansias durante el camino,
pasos veloces por alcanzar
el punto decisivo
donde llegas al destino,
y se empieza a bajar.

Prisa por llegar
para luego llorar,
cuando demasiado rápido
y sin disfrutar
se acabaron las sonrisas
y empieza la marcha atrás.

Prisa por llegar,
sin detenerse a observar
lo bonito que a cada lado
nos acompaña silencioso;
sin saborear,
los jugos del camino andado
por saciarnos en una cima
de la que bajaremos
a la par
que llegaremos,
sin pensar,
en todo lo pasado.

Prisa por llegar
prisa por bajar
prisa por buscar,
lo nuevo que de nuevo
nos hará tener
prisa por llegar.

martes, 3 de febrero de 2009

Sólo Rafa

El pasado domingo, vimos uno más de los grandísimos duelos que nos están ofreciendo los dos mejores tenistas del momento, y quizá dos que entrarán en el olimpo de genios de este deporte, si es que no lo están ya.

Y si, son Roger Federer y Rafael Nadal, suizo y español, rivales y amigos, que nos demostraron que el deporte de alto nivel es algo más que competición y que los sentimientos juegan una parte más importante de lo que se cree. 4 horas y media de partido, de una final que pasará a la historia, una historia que está llena ya de finales de ellos y que acabará plagada si mantienen este nivel de tenis que les convierte casi en imbatibles para el resto del circuito.

Con el Open de Australia, Nadal suma su sexto Grand Slam (4 Roland Garros, 1 Wimbledon y este en Australia), aun muy por detrás de los que suma Federer, que eso si, con la edad de Rafa apenas contaba con 1 en su haber. Desde luego los partidos entre ambos son con seguridad el duelo deportivo más interesante y más emocionante del deporte en este siglo XXI, alcanzando incluso unas cotas de emotividad increíbles, como vimos al finalizar el partido con la victoria de Rafa, la venida abajo de Federer en la entrega de trofeos, sus lágrimas de impotencia, la cara descompuesta de Nadal mientras le veía y las entrecortadas palabras del suizo: “Dios, esto me está matando...”

Roger Federer es pura elegancia en la pista, su calidad y su perfeccionismo en el juego no tienen igual, pero la agresividad física y mental de Rafa, unida a su brutal repertorio de golpes desde el fondo de la pista, hace que cualquier intento de batirle sea más complicado que escalar el Everest en zapatillas de estar por casa.

Desde luego, espero que sigamos disfrutando de los apasionantes duelos que nos ofrecen en cada torneo en el que se cruzan, y que la mentalidad de Federer se endurezca, porque sino la brecha será mayor cada vez entre ambos.

¡Vamos Rafa!

lunes, 2 de febrero de 2009

Cambio

Un cambio,
y con él:
un desvío
de la senda marcada.
Radical,
como todo
en la vida
debiera.
No huyo,
sólo camino
con el paso
muy firme.
Es un punto
y aparte,
que sigue.
Cambia la forma,
no el fondo
te digo.
Miro al frente,
adelante;
contigo.