martes, 29 de noviembre de 2011

Un mes.
Te mueres viviendo un día a día que no es el tuyo;
olvidas cuando mirabas inocente,
olvidas que no siempre había un velo delante de tus ojos,
olvidas que no siempre se difuminó tanta vida en tan poco tiempo.
Tiempo,
sólo el tiempo borra las heridas que acuchillaron con saña,
olvida el tiempo que él mismo es culpable,
corre cuando quieres parar y se arrastra cuando quieres volar,
el tiempo,
fatal concepto que mide las penas y disuelve alegrías,
que alarga tormentos...
Un mes.
¿Es mucho o es poco?
Es un mes,
sólo tiempo,
tiempo para darse cuenta de la ausencia,
de la ausencia más presente,
la ausencia que levanta ampollas,
la ausencia que lastra una vida que ya no es la tuya sino una prestada,
violada, 
perturbada
y afligida por la suciedad de la añoranza,
de esa añoranza que es horrible y te violenta,
de esa añoranza que te dan ganas de reventar las paredes con tus propias entrañas,
esa añoranza que no palía una foto antigua,
esa añoranza que va tapándote los ojos a lo que era una vida,
la tuya, 
la realidad que ya no es tal,
que es otra,
que es ausencia, que es olvido,
que es recuerdos,
que es lágrimas,
que es impotencia y lamento y basura y cansancio.
Que es un mes, 
y que serán muchos.

2 comentarios:

  1. Serán muchos. No se irá, pero dolerá de otra manera, más llevadera.

    Besazo, Isra.

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  2. Por los recuerdos que vienen y van , intentando engañar al olvido

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