sábado, 1 de mayo de 2010

La montaña

Un infinito manto de nieve. Brutal, despiadado, dulce a la vez.

Solo, allí estás solo. Sin ayuda y sin posibilidad de sobrevivir. Recuerdas a tu familia, a tus amigos, lo que te ha llevado hasta allí, los momentos felices y los tristes también, ¿por qué no? Sientes tu vida apagarse de manera humilde, sin estridencias, se marcha sin gritar, poco a poco, saboreando el trágico momento y otorgándole un velo de ternura, algo mágico, cercano a la mística.

La montaña es cruel, celosa de si misma y de quienes la quieren ver por debajo de sus ojos, por eso posee esa atracción por la que tantos han perdido la vida. Otros muchos, simplemente, han entregado cada ápice de energía y de fuerza en conquistar una cumbre más alta, más complicada, que ese lazo que une al montañero y a la madre naturaleza en forma de cordillera se fuera fortaleciendo hasta límites imposibles de entender para quienes vemos esto desde fuera, desde una óptica tan alejada como se puede sentir cualquier persona que, a más de 8.000 metros de altura, mire el mundo a sus pies. Una sensación de armonía, de paz consigo mismo, de satisfacción por el objetivo logrado, una vivencia que pocos pueden contar y que les honra.

Esta vez fue Tolo Calafat quien se fue en el peligroso Annapurna, donde también quedó Iñaki Ochoa, hace 2 años. Pero la lista es larga, desde Félix Iñurrategi en el Gasherburn II, que descendía tras hacer cumbre junto a su hermano, hasta los 5 montañeros navarros y guipuzcoanos que perecieron en Nepal arrastrados por un alud en 2001, y llegando al famoso caso de Óscar Pérez, que falleció el pasado año en el Latok II pakistaní, tras una larga agonía física y mental esperando un rescate que fue dado por imposible, debido a la extrema dureza de las condiciones climatológicas, y que obligaron a dejar que su cuerpo, sin vida, pasara a ser propiedad de la montaña.

Y la lista seguirá creciendo al mismo ritmo que el sentimiento de atracción que produce la montaña.

1 comentario:

  1. Algo tiene la montaña. Si hay dioses bellos y despiadados tienen que ser montañas

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