lunes, 14 de junio de 2010

Jaulas y sueños

- Si quiero llamarte, ¿qué hago?
- Nada, ya lo sabes.
- Ya...
- Lo siento.
- No lo sientas.
- Si, si lo siento. Es... Tan complicado.
- Bueno, contactaré por telepatía.


Alivio.


- Y, ¿cuántos días tendré que estar aguantándome las ganas?
- No sé, no sé hasta el último momento...
- ¿Cuánto es eso?
- Toda la vida, a lo mejor.
- Pero eso es mucho tiempo.


Miedo.


- No puedo estar así, necesito... No sé el qué, pero algo más. 
- No puedo...
- Puedes, puedes. Es una impotencia brutal el andar con todo esto.
- No hay libertad.
- ¡Ninguna! Es una puta jaula, es... Es un sueño rodeado por una enorme pesadilla.
- ¿Un sueño?
- Si, M... Es un sueño, sino no estaría aquí ahora.


Dulzura.


- Es lo que no entiendo.
- ¿El qué?
- Que sigas aquí, que no corras. Hay mil motivos, ves esto, imagínate en unos años.
- Idiota... Me encanta, y me encantas.
- No lo sabía.
- ¿No te lo había dicho nunca?


Silencio.


- No.
- Necesito un abrazo.
- No puedo...
- Lo sé, pero también necesitaba decirlo.
- Te estoy jodiendo.
- Me estás haciendo feliz, y eso a veces jode, que es diferente.
- Estás cegado, estás ciego, ¡en serio! 
- ¿Qué diferencia hay? Lo que siento no es ficción.
- Lo que yo siento tampoco.
- ¿Y qué sientes?


Chispas.


- No dices nada.
- ¿Qué voy a decir?
- Lo que sientes.


Beso.
Abrazo.
Fusión.


- Nos están viendo todos.
- No me importa, ya no me importa...
- Deseaba oír eso hace meses, mi amor...
- Cállate.
- Eso también.


Beso.
Abrazo.
Despierto.


- Te echo tanto de menos esta noche, otra vez...

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