Llego a casa empapado por la lluvia primaveral que me inunda los ojos perdidos. Desnudo mi cuerpo y mi ser en un cuarto vacío, arrojo las ropas mojadas al baúl de la nada, me acurruco en una esquina en penumbra, escondiéndome de esta noche fría, húmeda y de una soledad que trasciende mis poros estallándome en los huesos, ya resquebrajados por tantas horas de espera. De espera a algo que ni sé, ni realmente espero. Joder.
¿Acaso sigues asomándote a mi ventana? A veces pienso que tienes la llave de esta puerta que un día echaste abajo con una dulce patada, y me dan ganas de marcharme de esta casa abarrotada de recuerdos, imágenes que aun dibujan tiempos en los que yo era yo y nada más. No ahora, que soy yo con trabas, con pasado, con el presente condicionado, con las uñas carcomidas por la avalancha de un futuro que no deseo.
Y sigo mascullando en esta esquina oscura, susurrando al viento que deje de soplarme en la cara.
No está mal que de vez en cuando te sople un poco de viento en el careto! :)
ResponderEliminarMaloles.