Acaricio el pelo de la pequeña Dasha, que duerme apaciblemente a mi lado. La vida me parece más digna, la muerte más asumible y la espera ya no es angustiosa, ahora ya sólo es un lento discurrir por un camino que no existe. Siento latir su corazón en el pecho, repleto de ilusión y de fuerza, colmando mi mente de tenues imágenes llenas de esperanza, de futuro. Veo pequeños huecos donde antes sólo veía un inmenso muro, y voy hacia ellos, busco mi hueco, el de mi pequeña, ese hueco que nos de la felicidad, ese hueco soñado, infinito.
Acaricio el pelo de la pequeña Dasha, que duerme apaciblemente a mi lado. Un rayo de Sol penetra entre los cascotes, siento un leve atisbo de calor en mi piel. Falso, desgarradoramente falso. Abro los ojos, deslumbrado, y a mi alrededor... Nada, una nada criminal, asesina, una nada fronteriza con el infierno, no acaricio el pelo de mi Dasha, sino una cabellera arrancada por un bombazo a algún soldado. Un vacío inconsolable aprieta mi corazón con fuerza...
Dasha, agárrame la mano... Sácame de aquí...
"ese hueco que nos de la felicidad, ese hueco soñado, infinito."
ResponderEliminarN.I