martes, 2 de diciembre de 2008

La clase

El profesor está dando la clase rodeado del barullo habitual. Resignado y deprimido, ya no tiene fuerzas ni ganas de mandarnos callar, y se limita a soltar su temario como un loro. Llega, nos cuenta y se marcha. Así es día tras día. La verdad que debe ser desagradable estar en su pellejo pero bueno, tampoco puedo hacer nada, no me voy a enfrentar a toda la clase para escucharle, me lo paso bien viendo como los gamberros de mis compañeros boicotean cada clase.

Hoy habla de las conexiones de los equipos de sonido, y los respectivos cables, conectores y clavijas que se deben usar para que todo funcione correctamente. La verdad que hoy estoy intentando tomar algunos apuntes, se acerca la fecha del examen y tampoco quiero sacar un rosco, y quizá levante la mano si suspende mucha gente, como seguro será. La verdad que tengo un poco de hambre, huelo el bocata que tengo en la mochila y poco a poco voy perdiendo el hilo de la explicación, que ya de por sí es difícil de seguir por desganada y a veces estúpida.

Acabo dejando el boli encima del cuaderno, y pasando por completo del idiota del profesor. Fede se levanta a tirar algo a la papelera y amaga con subir el tono del boicoteo ante la mirada de odio del profesor. Me recuesto en la silla y me alejo de allí. Me siento volar entre los cables y los bafles, que flotan a decenas a mi alrededor, mientras suena una música de fondo que me relaja y me acaricia con dulzura.

Repentinamente, noto un golpe en mis piernas y se emborrona mi ensoñación. Fede ha tropezado con mis piernas estiradas y cae. Le veo en la última parte de su vuelo, mientras intenta agarrarse a algo que impida que se clave el pico de la mesa en la frente. No lo consigue. Queda boca abajo en el suelo ante el brutal silencio que cae sobre al aula. El profesor reacciona por fin y corre hacia él, mientras me mira furioso.

-Sois unos gamberros, sinverguenzas. Siempre haciendo el animal -me espeta, fuera de sí. -¡Estúpidos! Os creéis que podéis hacer todo lo que os plazca sin castigo...

Da la vuelta al cuerpo inerte de Fede y deja al descubierto una horrible herida en la frente, que sangra abundantemente y tiene desfigurada media cara de nuestro compañero. La clase al unísono ahoga un grito de terror, y alguna compañera hasta se desmaya debido a la impresión. Yo me quedo petrificado en mi sitio, mirando la asquerosa herida, de la que brota sangre a borbotones sin que nadie sepa qué hacer.

-Llamar al director, ¡a una ambulancia! -grita el profesor- y a la policía -mirándome a mi.

Chema atiende la petición y corre hacia la puerta de la clase. Yo salgo escopetado hacia él y le detengo agarrándole del brazo.

-Aquí no va nadie a ninguna parte, Chema.
-¿Qué dices tío? Venga coño, déjame joder no estamos para juegos.

Le agarro el mentón y le miro fijamente a los ojos.

-Como des un paso más te saco los ojos con un sacacorchos y te rajo la tripa de arriba a abajo, maricón. -digo con total seguridad, sacando del bolsillo de mi chaqueta una navaja de 7 centímetros de hoja que siempre llevo conmigo. Chema abre la boca pero no emite sonido alguno, se aparta de mi y de la puerta.
-¡Qué haces Israel! ¿Eres gilipollas? -grita mi profesor, desbordado.
-No soy gilipollas -respondo, mostrándole la navaja- y tú ven aquí.


El silencio embarga el aula y mis compañeros me miran atónitos y el profesor aterrado.

-¡Qué vengas he dicho!

El miserable profesor de dos pasos hacia mí titubeantes y se detiene, con una expresión de pánico en su rostro que sólo me produce ganas de vomitar. Le miro fijamente a los ojos y él esquiva mi mirada, agachando la cabeza como un cobarde.

-Eres una persona vergonzosa para la humanidad, y para toda la naturaleza. Tu miedo me asquea y ver esa cara que tienes de mono subnormal me da náuseas.
-Has... Has perdido... La cabeza...

Entonces lanzó rápidamente mi brazo armado contra su cara y clavo mi cuchillo en su mejilla izquierda, dejándole confuso y con los ojos como platos. Giro la navaja dentro de su rostro, y el cuerpo del profesor se contrae y cae al suelo. Grita. Mi adorable arma blanca chorrea sangre y la limpio con mi camiseta, dejando un bonito dibujo que espero sea motivo de otras camisetas que se vendan cuando se conozca esta historia. Ídolo.

Miro a mis compañeros con serenidad, seguro de mí mismo y con una media sonrisa de satisfacción. Fede sigue en el suelo boca arriba, la herida parece que no sangra mucho más, bastante grande es el charco que ha dejado ya, y yace muerto sin que nadie le presete ya ninguna atención. El profesor se retuerce en el suelo entre sollozos agarrándose la cara que le cuelga también teñida de rojo. Y mis compañeros me miran acongojados. Doy dos pasos hacia ellos, que se echan hacia atrás temblorosos, llorosos y algunos hasta cagados y meados en los pantalones. Coloco mi cuerpo en posición de lucha, dispuesto a lanzarme a ellos.

Algunos gritan, otros quedan bloqueados, alguno intenta escapar por las ventanas. Nadie planta cara, cobardes cabrones.

5 comentarios:

  1. yeahhhhhh! ^^
    Me gusta tu estilo, navajero!
    Ay, porretas(L)

    Muas!

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  2. sangre.....muajajajajajaja

    La verdad es q jugar con estos temas, desestresa que es un gustoooo....dale caña...o navaja!!

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  3. Por favor, haz más entradas con historias de este tipo de temas, me encantan!
    Te quedarás con lo de navajero jajaja

    Saludos!!

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  4. Madre mía, cuanta violencia lleva impresa esta juventud.
    Vade retro.

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  5. esto.... recuerdame que nunca me torpieze contigo.


    Que te esta pasando???

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