martes, 9 de diciembre de 2008

La taberna

Contando este finde-puente, llevo tres trabajando en una taberna en el centro de Madrid. Un sitio agradable donde pasar un rato en compañía de amigos o algo más, tomando cañas o vinos, y comiendo ricas tostas. Me he acoplado bien al trabajo de camarero, que nunca había ejercido como tal, y los compañeros son divertidos y saben hacer de sus horas allí un espacio de tiempo más o menos ameno, a pesar de la cantidad de trabajo tan grande que hay.

Pero -siempre hay uno-, uno de estos días, me amenazaron con ponerme una hoja de reclamaciones, y yo me eché a temblar. Era un grupo de cinco personas y pidieron una tosta para cada uno y además una ración de embutidos. Bien, olvidé pedir una de las tostas y cuando me lo recordaron... El cierre lo habíamos bajado un poquito, estábamos limpiando y las cocineras habían cerrado cocina y estaban a punto de marcharse. Consciente de mi cagada, me acerqué a le mesa y les dije que esa tosta no iba a aparecer, que la cocina estaba out y que lo sentía.

- Entonces, ¿uno de nosotros se queda sin comer? ¿Eso me estás diciendo?
- Ejem... Si, bueno... Lo siento, ha sido culpa mía... Olvidé pasar una tosta a cocina y ya no me la hacen porque ha cerrado cocina, lo siento.
- Pero, es que hemos pedido hace media hora, y ¿me estás diciendo que ahora no vas a poner lo que falta?
- No puedo... esto... hacer más. Lo siento de verdad. Lo más que puedo hacer es que os invito a la bebida y decir que lo siento.
- Pues nos vamos a pensar si ponemos una hoja de reclamaciones. No puede ser esto hombre.
- Lo siento.

Y con una pequeña temblina de piernas me retiro y me acerco a comentarle a mis compañeros el percance. Me noto la cabeza caliente, signo de que me he puesto colorado como el puto culo de un babuino y me tiembla la voz. Mis compañeros se ríen y dicen que no me preocupe, que se habla con ellos y que no es para tanto, que no me preocupe. Realmente me la suda la tosta que falta, pero me pone nervioso el asunto. Voy al almacén a relajarme un segundo, pasando al lado de la mesa con la que tengo el problema, a la que ni se me ocurre ni mirar de reojo. No vaya a ser.

Me siento en un barril de cerveza y me limpio el sudor de la cara. Ya me siento mejor. Respiro hondo un par de veces y miro hacia arriba, viendo encima de las cajas del pan, varios cuchillos bastante grandes. Lo pienso medio segundo y me levanto de un brinco, agarrando el más grande de todos, de unos 25 centímetros de hoja, que es fina y brilla a pesar de la tenue bombilla que ilumina pobremente el cuartucho. Salgo con decisión del almacén y me dirijo a la mesa problemática, sin esconder demasiado el cuchillo. Ninguno se percata del pequeño regalo que les llevo.

- ¿Habéis pensado ya si vais a poner la hoja de reclamaciones?
- Pues...

Y sin esperar a ver que me decía la maldita gorda que no debería comer nunca tostas, al menos durante tres o cuatro meses, la clavo el cuchillo con precisión a través de un agujero de su nariz de cerda, y noto que cuando ha penetrado unos quince centímetros toco algo duro, que me impide terminar de atravesar su cabeza de puerca. Sus ojos se abren sorprendidos mirando fijamente a los míos, y se mantiene quieta durante dos o tres segundos, hasta que empieza a sufrir violentos espasmos que provocan que caiga al suelo -donde sigue bailando al ritmo de sus convulsiones- y me quite el largo cuchillo de la mano. Sus amigos quedan en estado de shock y no dicen nada. Mis compañeros me miran desde la barra, no sabían que había salido hace dos meses tras cumplir condena por la muerte de un compañero y por desfigurar a un profesor con una navaja que le clavé en la mejilla.

13 comentarios:

  1. jajajajajaja
    Quéééé grande.

    He de decir que la frase es de Extremoduro, no sé si lo decías por eso o no... jajaja
    De Correcaminos.

    En fehn, cada vez más psicópata te veo!:)

    Muas!

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  2. Jodeeeer, en el título tienes que poner que es un relato hombre... Yo me estaba creyendo que currabas de camarero hasta lo del cuchillo y la gorda jajaja. Qué barbaridad, en serio que me lo he creído.

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  3. ooh, iba a meterte la bronca por no continuar "sin nombre" pero debo reconocer que el relato me ha gustado mucho mucho.
    mucho.

    la música acompaña infinito.

    unabrazo

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  4. ya decia yo, con lo feliz que estabas sin curro ibas a meterte tu a trabajar de camarero. A estas alturas.
    Me lo estaba creyendo peaso cabron

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  5. Digo yo que tanta violencia, no puede ser buena, ¿eh?

    ¿Seguirá con los detalles escabrosos de tu detención?

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Vaya hombre, no había visto tu post de polémicas blogueriles. Nadie quiere polémicas ni insistir sobre el tema, pero un buen par han escrito sobre el tema, jejejejje.Estupendo.

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  8. jajajaja
    me ha encantado, joder lo estaba viendo eh!
    vamos yo haria un corto con esto, si te interesa me lo dices jaja
    que bueno!

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  9. jajaja que relato tan genial! Yo solo amenazé una vez con la hoja de reclamaciones y me dijeron que la tia se quedaba de patitas en la calle, así que buena de mi lo único que le puse fue la mirada del tigre o algo parecido... jaja
    besos!

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  10. Jajajaj eres un poco violento eh!!! Hoy te voy a hacer una pequeña crçitica, se puede escribir sobre asesinatos y cosas, pero hay que ser sensible con las personas, no de la gorda no ha estado fino para nada.

    Es un poco el caso del relato del hombre que mataba a su mujer, solo es un relato, pero está a flor de piel el tema y aunq es bueno, hay q saber lo que se publica!! mas que nada por concienciación tio!!!

    Y ahora si quieres mandame a la mierda jajaj

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  11. joder que gore! jajaja se te va la pinza! ;)
    les llevste después la tosta?? jajaja

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  12. jajaja, es un poco exageraillo el final no, pero bueno quien sabe jajaja

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