viernes, 3 de octubre de 2008

Las cosas cambian

Paso todos los días por ahí, y joder, es una tontería, pero se echa de menos. Ya no están y no volverán, quizá estén en un vertedero, en un desguace, en una chatarrería, o ni siquiera existan ya en la forma en la que yo recuerdo que eran.

Hace años que ya se vienen cambiando todos los toboganes, y los otros columpios de los que no conozco ni el nombre, pero que me acompañaron en mi crecimiento, en mi infancia, en ese difícil camino a la adolescencia. Donde jugábamos unos y otros, donde podíamos conocer a nuestro mejor amigo de ese día, lo que era muy importante, o donde compartíamos polvo, tierra y hierros con nuestros mejores amigos de otros días, que era aun más importante. Ahora hay unos columpios de plástico, con colorines, y que probablemente ejercen la misma función que los de antaño, incluso tienen un diseño más ¿moderno? y seguro que también son más seguros, los niños ya no podrán arañarse las rodillas, ni rasparse, ni darse un doloroso coscorrón con esos viejos trastos de hierro.

No podrán dañarse un poquito porque ni siquiera hay arena, ya no está. ahora resulta que los parques tienen que ser de asfalto, no sea que los pobres niños se llenen de polvo, o en el peor de los casos, ¡barro! Que luego les gusta y para que queremos más. Pero alguna cabeza pensante llegó a la conclusión de que los niños pueden seguir raspándose las rodillas con el duro asfalto, así que llegó el mejor invento, un "vetetúasaberqué", que ponen en el suelo (sustituyendo a la arena claro) y que no es ni asfalto ni nada, es algo así como un cemento blando, que lo pisas y da hasta gustito. Sólo falta que esté calentito para que sea un dulce hogar. Y ahora si, los niños podrán jugar sin riesgo alguno para sus frágiles rodillas.

Tampoco se pueden ver ya las viejas canastas. Allí quedabas con tus amigos, era el sitio intermedio, o donde si llegabas tarde sabías que acudiendo allí a alguien encontrarías. Eran tan importantes que incluso el parque llevaba su nombre, era el Parque de las Canastas. Ahora que ya no están, no sé como se podrá quedar en ese parque, porque ahora no están ni las canastas ni nada más, es una especie de descampado estéril con tres o cuatro bancos que no se usan demasiado. La esencia de ese ahora descampado eran sus Canastas. ¿Cómo quedarán los niños ahora ahí? Supongo que quedarán en otro parque, porque ese ya no tiene nombre...

Aunque quizá sea yo el que no sé, porque seguramente los niños ya no juegan en los columpios, ni quedan en un Parque de las Canastas, y lo peor de todo, no se raspan las rodillas.

5 comentarios:

  1. el otro dia viendo mi antigüo colegio vi que el parque donde jugabamos habian quitado todos los columpios de hierro,ahora son de plastico,de colores turquesas y rosas..(y no,no es lo mismo) ¿donde estaran ahora? todos los patios que habré jugado ahí con los demás...aveces la vida esta bién que avanze,que se haga¿moderna? pero hay cosas que deberian quedar intactas,que no se deberian quitar ni sustituir porque han formado parte de nuestra vida.(lo siento por la parrafada,pero esque lo de los columpios y demás me ha afectado!)

    :___)
    un abrazo

    (**)

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  2. Es una mierda como pasa el tiempo, ni que lo digas. Las cosas cambian y te recuerdan que el tiempo corre, pero lo peor es cuando cambia la gente y las cosas siguen estando. Cuando eso pasa no sabes decir que falta, pero sabes que hay algo ausente

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  3. A mí se me rompían los pantalones por el culo y se me hacían agujeros(en los toboganes) jajaja
    Qué recuerdos...

    En fehn, madres ibuprofenistas.
    Pues en mi casa se han acabado ¿Me espera una muerte lenta y dolorosa? xD

    Muas!

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  4. donde yo elevaba cometas cuando chika han construido un edificio... kuando paso por ahi kon alguien digo :"Mira aki yo elevaba kometas" y muchas veces solo se me rien de manera kruel... tal vez si supieran la kantidad de karkajadas y de ilusiones de niños ke kedaron aplastadas en medio de ese conkreto solo llorarían y tendria ke ser yo las ke les daria konsuelo!!!

    un saludo

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  5. por lo que veo yo nunca fui niño, solo cuando llegaba el invierno y alejado de la sobreprotección era libre y podía volar en La manga del Mar Menor o en el campo, en ambos lugares con mis respectivas abuelas.
    Pero lo que sí recuerdo de esos espacios de libertad es lo felices que eramos con juegos tan sencillos como esconderte detrás de un árbol, darle patadas a un balón o haciendo castillos en el mar. ahora observo triste cómo los padres finalmente han encontrado un objeto que mantiene a sus hijos fijos en un lugar mientras ellos hablan de lo duro que es ser padre: malditas maquinitas.

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