ni aguantan la pose,
no pronuncian palabras huecas,
ni saben de discursos preconcebidos.
Discursos del miedo,
¿miedo?
Miedo a caer por el precipicio del deseo,
al fulgor de las miradas,
a dos corazones latiendo juntos.
La huida no es el camino sino un atajo al sufrimiento
de dos ojos sinceros,
que claman,
gritan
y exigen.
Dos ojos me funden más que los rayos de Sol,
me sugieren las formas indefinidas del placer infinito,
suspiran en mis entrañas
y se recuestan en mis sueños.
Dos ojos no mienten,
dos ojos me cuentan la verdad.