Despertar en plena madrugadatus piernas enganchadas a las mías,
sentir una sonrisa tibia,
dormida,
suave.
La noche mece mis sueños,
apenas abro los ojos para ver la oscuridad que envuelve nuestros cuerpos,
los vuelvo a cerrar y susurro palabras invisibles al cálido ambiente bajo las mantas,
caigo en un duermevela dulce,
con el tacto de tu piel aliviándome,
azúcar para mis amargas heridas,
caricias para mis cicatrices con costra.
Zambullo mis mejillas en la madrugada de tu pelo,
respiro tu cuello
y mis pulmones son tú aroma;
estás dentro,
dentro de mi,
dentro de mis entrañas hasta el fondo de mis huesos,
ahí donde tenemos la esencia,
dentro de lo más profundo de nuestro interior más escondido,
ahí donde no llega más,
llegas tú.
Quizá, cuando despierte en la mañana con el Sol perfilado en las rendijas de la persiana haya olvidado hasta donde llegaste, quizá no recuerde las cosquillas en los tuétanos, quizá haya olvidado esa indefinida hora de la madrugada, donde apenas un ligero rastro de conciencia me demostró la deliciosa sensación de lo que es la felicidad.